«Seguid hambrientos» es una de las frases que Jobs citó en su célebre discurso en Stanford en 2005. Hoy el mundo entero se rinde ante la figura de Steve Jobs, el hombre que siguió sus sueños, arriesgó e hizo muchos de sus sueños realidad al no conformarse. Se ha ido una de persona que cambió el mundo, que revolucionó el mundo de la tecnología y su marketing, el que hizo de la tecnología también algo bonito.
Sus compañeros y sus competidores sólo tienen palabras de alabanza hacia el hombre que cambió los hábitos de consumo de varias generaciones: lanzó el primer ordenador con interfaz gráfica y ratón; fundó la compañía NEXT, creadora del ordenador con el que Tim Berners-Lee inventó la world wide web; compró Pixar e hizo posible Toy Story, un hito de la animación que hizo ver al mundo que animar por ordenador era posible, creó el primer ordenador que integraba CPU y pantalla en una única carcasa; creador del iPod, que revolución no sólo el sector tecnológico al ser controlado por una única rueda, sino también el musical poco después con iTunes; creador del iPhone, que eliminó el teclado y lo sustituyó por una pantalla táctil, inventando así el concepto de smart phone que todos conocemos, un concepto que el resto de fabricantes adoptaron. Y luego presentó el iPad, inaugurando la era de los tablets. Jobs fue el CEO de las 313 patentes.
Querido y odiado a partes iguales, es indudable la aportación que Jobs deja al mundo de la tecnología y a la forma de dirigir equipos y compañías.